miércoles, 10 de julio de 2013

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Tú,
ley de mi gravedad;
me sostienes,
me exploras,
dejando todas mis aristas
al influjo perfecto de tus dedos.
Donde después de tu vuelo,
me enredas
como tela de araña
al placer.

Me invades.
Te mezclas en ese vaivén
de mariposas agitando las alas.
Y reposas extasiado
en el jugo de las palabras.

Serena, diáfana
y desnuda,
soy néctar.

Tú,
me libas.


©Blanca

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Desnudar.
Desnudarse a tu piel, con la fuerza de un león.

Deshojar.
Deshojarte verso a beso, todos los poros cerrados.

Arrancar.
Arrancarte y quedarme todas las cuerdas de voz.

Escuchar.
Escucharte, ciega sorda y muda.

Haber.
Haberme mío.


©Blanca

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Hay mariposas por la mañana
que vuelven a parirse en el estómago;
revolotean y recorren digestiones,
esas que atoran la deglución de las palabras
cuales quedan para otra vez.

A veces cuando llega la noche se duermen,
otras transitan en los sueños
como el aire que respiro.

Y… así, día a día mueren y nacen.

Siempre estoy envuelta en seda.

©Blanca

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Me sale tu nombre por la piel;
respira
y se vuelve a guardar en las entrañas,
para parirse de nuevo
en los verbos:
impulsados,
ciegos
cuando pronuncia mi boca.

Inevitable no vocalizarte,
ni ejercer ese poder
que tiene la palabra.

© Blanca

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Regrésame a tu exilio.
Aquel que complementa todas las horas.
Las que son,
las que estarán
y las que fueron.

Donde las sombras existieron
y las luces aprendieron, a cada deseo.

Albérgate en mí
y cuando el tiempo se vuelva a romper;
sucumbamos el uno en el otro.

Como siempre hicimos.


©Blanca

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El día me trae tu nombre,
tu alma
y en el me abrazo
porque solo hay eso.


Mis palabras no se oyen;
siempre arraigadas
a los nudos de mi cuerpo
y no se desatan,
solo…. me delatan,
cuando la noche
enmudece mi almohada
y los mares de mis ojos,
bañan la arena de la distancia.


©Blanca

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El silencio de una noche fría
acelera mis pensamientos,
llegan tan lejos
que alcanzan tus sueños.
Y pienso…
pienso que estoy en uno de ellos,
dónde camina la música
entre acordes cotidianos,
en pentagramas llenos
de corcheas blancas
que tocamos con las manos
y abrazamos lo bello,
lo feo,
lo austero,
lo sublime,
las mentiras
y las verdades.
Porque la vida
solo son sueños de realidades.


© Blanca

Haikús

Haikús para el beso:

Arde tu lengua
que revoltosa juega
entre mi boca.

Perfecto jugo
de saliva y canela
para los besos.

Mientras termino
de apaciguar tu fuego,
tengo esperanza

de que los hilos
que desatan tu boca,
ardan de nuevo

y volver a ser
manantial de agua clara
cada mañana.

©Blanca

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Resurjo.
Rompo esa tela de araña
que invade mis ojos.

La arranco,
me impulso
y ahínco la fuerza de las palabras,
donde se sacia la angustia.

Y resurjo….
y nacen de nuevo,
mi boca,
mis ojos,
mis dedos,
que escriben lo que el corazón dicta.


© Blanca

Rojo verano

Me he vuelto a parar
en un día de verano;
con tus manos,
con tus ojos,
con ese sabor
que dejan tus besos
después de un TE QUIERO.

Saben a menta;
es entonces
cuando el rojo se nutre,
se refresca.

Ávidos,
vivos
y sencillos,
nos hundimos
en la libertad del tiempo.

Nos deja….
y nos cuelga
en espacios que un día,
se harán tan amplios….
que nunca más nos encontraremos.


© Blanca

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Si tú supieras
cuantas veces te pienso…..
arrancarías
todos los hilos
que lleva el sufrimiento.

Porque
como siempre,
cuando las voces
gritan en silencio,
ensordecen hasta los muertos.

Y muerta la piel,
la mente
y los besos,
solo queda dormir,
en ese abismo del olvido.


© Blanca